15 diciembre 2008

Un tio con suerte


Ocurrió la noche del 24 de marzo de 1944, el sargento británico de la RAF (Royal Air Force), Nick Alkemade (1923-1987) saltó desde la torreta de cola de su bombardero Lancaster, a 6.000 metros de altura y sin paracaídas.

El jovencísimo artillero, de 21 años, encerrado en la cabina de plástico del bombardero (donde sólo había sitio para él y cuatro ametralladoras de 7,7 mm que debería manejar con sus municiones -tenía que guardar el paracaídas fuera de la torreta-) sobrevolaba Berlín junto a otros 300 aviones en su decimotercera misión de bombardeo a Alemania.

Una vez soltadas las bombas, su escuadrón se preparaba para regresar a la base cuando fueron atacados por cazas Junkers Ju 88, del bando enemigo, con tan mala fortuna que su avión fue alcanzado por las balas. De repente Nick alcanzó a oir la voz del piloto: "¡Hay que saltar! Venga ¡fuera, fuera!".


Abrió rápidamente la compuerta que comunicaba su cabina con el avión descubriendo que su paracaídas estaba ardiendo. Las llamas rozaban su piel y el avión comenzaba a descender. La decisión fue instantánea: mejor una muerte rápida que ser abrasado por las llamas. Con grandes dificultades consiguió saltar del avión encaminándose hacia el vacio.

Durante el descenso se desvaneció por la presión. Cuando despertó estaba tendido en la nieve. De algún modo, los árboles y la nieve amortiguaron su caída desde unos 6 km de altura, y tan sólo tenía un esguince en la rodilla derecha.

Nick hizo sonar su silbato para ser capturado por los alemanes y así no morir por congelación. Una patrulla alemana le recogió y procedió a interrogarle. Al negarse a rectificar su increíble historia, la Gestapo le tomó primero por loco, y después por espía: antes o después acabaría ante un pelotón de ejecución.

Pero la suerte volvió a sonreirle: llegaron noticias de que se habían encontrado restos de un Lancaster derribado. ¿Podía ser el suyo? Lo era, y los alemanes comprobaron que su historia era cierta: junto a la posición Nick estaban los restos de un paracaídas. Además, los correajes coincidían con los de su traje de vuelo.

A partir de ese momento pasó a ser un héroe, tanto para los alemanes como para sus compañeros de prisión, quienes le regalaron una Biblia con un certificado de veracidad de su extraordinaria hazaña. Regresó a su país en mayo de 1945 y fue considerado un mito viviente.

Pero ahí no acabó la suerte de Alkemade.. y es que acabada la guerra trabajó en una planta química, donde sufrió diversos accidentes: la caída de una viga metálica de 100 Kg, una descarga eléctrica o la caída en un pozo de cloro durante una hora… por supuesto, también vivió para contarlo.

Falleció en 1987 por causas naturales.


Antes y después de Alkemade se han documentado otros casos de sobrevivientes en caídas al vacío, como le ocurrió a Vesna Vulović, la azafata serbia que, en 1972, sobrevivió a una caída de más de 10.000 metros cuando el avión en que volaba estalló en el aire a causa de una bomba colocada por extremistas croata

1 comentario:

  1. alguien tenía que soltar una parida así y me toca a mí xDD

    ¿por qué el tio no echó lotería? se hubiese hecho millonario.

    Jum

    Gem

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