Ocurrió la noche del 24 de marzo de 1944, el sargento británico de la RAF (Royal Air Force), Nick Alkemade (1923-1987) saltó desde la torreta de cola de su bombardero Lancaster, a 6.000 metros de altura y sin paracaídas.
El jovencísimo artillero, de 21 años, encerrado en la cabina de plástico del bombardero (donde sólo había sitio para él y cuatro ametralladoras de 7,7 mm que debería manejar con sus municiones -tenía que guardar el paracaídas fuera de la torreta-) sobrevolaba Berlín junto a otros 300 aviones en su decimotercera misión de bombardeo a Alemania.
Una vez soltadas las bombas, su escuadrón se preparaba para regresar a la base cuando fueron atacados por cazas Junkers Ju 88, del bando enemigo, con tan mala fortuna que su avión fue alcanzado por las balas. De repente Nick alcanzó a oir la voz del piloto: "¡Hay que saltar! Venga ¡fuera, fuera!".
Durante el descenso se desvaneció por la presión. Cuando despertó estaba tendido en la nieve. De algún modo, los árboles y la nieve amortiguaron su caída desde unos 6 km de altura, y tan sólo tenía un esguince en la rodilla derecha.
Nick hizo sonar su silbato para ser capturado por los alemanes y así no morir por congelación. Una patrulla alemana le recogió y procedió a interrogarle. Al negarse a rectificar su increíble historia, la Gestapo le tomó primero por loco, y después por espía: antes o después acabaría ante un pelotón de ejecución.
Pero la suerte volvió a sonreirle: llegaron noticias de que se habían encontrado restos de un Lancaster derribado. ¿Podía ser el suyo? Lo era, y los alemanes comprobaron que su historia era cierta: junto a la posición Nick estaban los restos de un paracaídas. Además, los correajes coincidían con los de su traje de vuelo.
A partir de ese momento pasó a ser un héroe, tanto para los alemanes como para sus compañeros de prisión, quienes le regalaron una Biblia con un certificado de veracidad de su extraordinaria hazaña. Regresó a su país en mayo de 1945 y fue considerado un mito viviente.
Pero ahí no acabó la suerte de Alkemade.. y es que acabada la guerra trabajó en una planta química, donde sufrió diversos accidentes: la caída de una viga metálica de 100 Kg, una descarga eléctrica o la caída en un pozo de cloro durante una hora… por supuesto, también vivió para contarlo.
Falleció en 1987 por causas naturales.
Antes y después de Alkemade se han documentado otros casos de sobrevivientes en caídas al vacío, como le ocurrió a Vesna Vulović, la azafata serbia que, en 1972, sobrevivió a una caída de más de 10.000 metros cuando el avión en que volaba estalló en el aire a causa de una bomba colocada por extremistas croata
alguien tenía que soltar una parida así y me toca a mí xDD
ResponderEliminar¿por qué el tio no echó lotería? se hubiese hecho millonario.
Jum
Gem