08 agosto 2011

Publicidad Encubierta


El product placement o publicidad por emplazamiento es una técnica publicitaria con décadas de historia en la industria audiovisual (¡cuántos desayunos nos hemos tragado en la ficción con los nombres de las cajas de cereales bien girados hacia la cámara!) con mayor o menor explicitud. Pero, si pocas veces resulta de buen gusto, en algunos casos su presencia en pantalla ha sobrepasado ampliamente los límites de la tolerancia. Hay muchísimos títulos (algunos, expresamente concebidos como anuncios de gran presupuesto, como Mi amigo Mac), pero estos son los casos que más vergüenza ajena nos han producido:

Demoliton Man: mientras ponga pasta, nos da igual quién sea


La aventura distópica de Sylvester Stallone y Wesley Snipes no es ni mucho menos la única película futurista que, con la excusa de dar mayor realismo a sus representaciones del futuro (¡ja!), lleva las marcas de hoy al mañana (ahí están Blade Runner, Regreso al futuro II, Minority Report, etc.). Pero sí es estupenda para demostrar cómo estas inclusiones son irrelevantes para el argumento y se basan exclusivamente en cobrar cheques. En la versión norteamericana, Stallone y Sandra Bullock hablan sobre Taco Bell("la ganadora en la guerra de las franquicias", dice ella). Como en 1993 la cadena aún no se había diseminado por Europa, en la versión distribuida por aquí el diálogo fue (fatal) redoblado para sustituir la mención por Pizza Hut, algo mucho más en consonancia con los valores culturales del Viejo Continente.

Yo, robot: ojalá la publicidad siguiera las leyes de la robótica



Por si las zapatillas Converse All Star no llevaran décadas apareciendo en cientos de películas calzando a sus protagonistas (desde Rocky hasta Renton en Trainspotting, pasando por Grease), los responsables de la aventura distópica de Will Smith pusieron mucha más atención en promocionar las Chuck Taylor que en leerse el libro de Isaac Asimov que supuestamente pretendían adaptar. El protagonista está tan ocupado hablando a todo el mundo acerca de lo cool que son sus zapas que es difícil que pueda detener la conspiración robótica.

Increíble pero falso: las porciones de pizza de la verdad


El sometimiento absoluto a las marcas duele más cuando a sus víctimas se les supone cierta integridad. Si ya de por sí esta comedia hollywoodiense de Ricky Gervais sentó como lo más parecido a una coca-cola light (de la que, por cierto, también abunda publi durante el metraje) aguada y despresurizada, el colmo llega al final cuando una caja de Pizza Hut recibe un sorprendente protagonismo en pantalla al servir como soporte a los "mandamientos" del protagonista.

La isla: romper la cuarta pared cobrando



Michael Bay es especialista en al menos dos cosas: imaginar cosas grandes explotando e inventar nuevas maneras de meter cada vez más anuncios en sus películas. La nada disimulada promoción de coches (y otros 500 productos comerciales) que permite la saga Transformers se ha incrementado secuela tras secuela. Con La venganza de los caídos batió su propio récord con ¡47! marcas con tiempo en pantalla, lo que le brindó el Whore Award del Brand Channel al director que más ha vendido su trabajo. El récord anterior ya lo ostentaba por La isla (el futuro, ya se sabe, ese mundo dominado por las marcas... como el presente), donde hay que reconocerle la brillantez de incluir esta escena de alto grado meta donde el personaje de Scarlett Johansson se mira a sí misma protagonizando un anuncio de Calvin Klein también real en nuestro mundo.

Virgen a los 40: también en nuestro catálogo...



¿Cuál es el límite entre las menciones a la cultura popular que sirven para contextualizar a los personajes y sus gustos y la inserción delictiva de anuncios explícitos que no aportan nada a la trama con su aleatoriedad? La comedia de Judd Apatow y Steve Carrell tiene muestras de ambas cosas. A lo largo de todo el metraje se citan mil películas, cómics y videojuegos, pero los momentos más bochornos tienen lugar cuando Universal, su productora, decidió incluir prominente publicidad directa de otras películas de su catálogo (Amanecer de los muertos y El caso Bourne) en la tienda de televisores donde trabajan los protagonistas.

Ray: lo sentimos, su nombre ya está registrado


El biopic del músico Ray Charles alcanzó nuevas cotas de desvergüenza en cuanto a emplazamientos publicitarios haciendo que su propio título funcionara como anuncio de la marca de gafas de sol Ray-Ban. Vale que el famoso pianista invidente llevara constantemente dichas gafas, pero hacer coincidir de forma tan descarada la tipografía de su nombre en la película con el logo comercial retuerce tanto la ética que la deja irreconocible.

Náufrago: el producto, un personaje más


Es tal la integración de los dos mayores pilares publicitarios de la epopeya de supervivencia de Tom Hanks, FedEx y Wilson, que resultan piezas clave de la historia. Mientras que la empresa de mensajería FedEx asegura que no pagó un duro por lo que puede funcionar perfectamente como un anuncio de 143 minutos sobre la perseverancia y eficiencia de sus empleados (y su director ejecutivo por la época, Fred Smith, aparece interpretándose a sí mismo), el machaque que se da con la empresa genera muchas suspicacias. Lo mismo ocurre con el locuaz balón Wilson, a la sazón el sidekick oficial de Hanks
Fuente: Cinemania

No hay comentarios:

Publicar un comentario