Los anillos de los troncos

Si uno va a los bosques y se pone a observar los troncos de los árboles, descubrirá en ellos muchos secretos. En el Amazonas, por ejemplo, el tamaño de los troncos es realmente enorme. Un rasgo típico de muchos árboles de la selva es la disposición en “contrafuerte” que se extiende de sus troncos. Se cree que esta “falda” de madera les brinda estabilidad a los árboles altos y ayudan cuando los árboles tienen raíces poco profundas. Entre el tronco y las raíces horizontales de los árboles se forma una especie de estructura de madera muy fuerte, que crece cerca de la superficie del suelo.

El tronco de un árbol no sólo nos da a conocer la edad y la historia del mismo año por año, sino que también nos proporciona una idea de las condiciones climatológicas anuales con las que tuvo que enfrentarse durante su crecimiento. Mientras que la copa se extiende hacia arriba y las raíces crecen hacia abajo, el cámbium, una capa delgada, verde, de células que crecen justo en el interior de la corteza, ensancha el diámetro del tronco. El cámbium produce células de floema hacia el exterior y células de xilema hacia el interior del mismo.

Anualmente se forma un doble anillo de madera, una parte pálida más ancha en primavera y una parte más oscura que caracteriza el desarrollo veraniego. Durante los años de mucho sol y agua, los anillos anuales son más anchos pero, cuando las condiciones son menos favorables, los anillos son más delgados.

Sólo los anillos extremos de la madera próximos al cámbium y al floema son usados para el transporte de la savia y del agua en el árbol. Ésto explica el motivo de que un árbol hueco pueda aún estar lleno de vida y vigor. La madera del centro, más oscura, es madera muerta y sirve ante todo como soporte. Las líneas que se entrecruzan en el tronco son conocidas como radios medulares y transportan las sustancias nutritivas almacenadas en células especiales llamadas parénquima hasta las capas exteriores del tronco.