03 enero 2011

La resaca

Las estadísticas dicen que la mayoría de vosotros sabéis por experiencia propia de qué estoy hablando; reconocéis la sensación de levantaros con un tremendo dolor de cabeza, el estómago dado media vuelta y mucha sed. Y la experiencia me dice que, entre todos, podríamos juntar más de una docena de remedios “de la abuela”, casi todos igual de inútiles.



La resaca es un conjunto de síntomas que siguen a una ingesta más o menos generosa de etanol, una vez que sus efectos lúdico-festivos han desaparecido. La resaca incluye un soberano dolor de cabeza, una sensación subjetiva de “ay, qué malito que estoy”, y alteraciones gastrointestinales de todo tipo: unos no tienen hambre, otros se van por abajo, y unos pocos por arriba. Añadamos a la lista las bajadas de tensión, un leve temblor e incluso el “corazón post-fiesta”, palpitaciones debidas a la toxicidad cardíaca del alcohol. Y, aunque no nos demos cuenta, también hay que añadir a la lista una disminución de las habilidades motrices y la coordinación visuoespacial: mala idea conducir después de una borrachera.

¿A qué se debe la resaca?
No se sabe con certeza. El profesor de Fisiología habla de deshidratación, y quizá tenga algo de razón: el alcohol disminuye el efecto en el riñón de la hormona antidiurética (ADH), de modo que ésta deja de “guardar agua” y hace que orinemos más, provocando deshidratación. También se ha visto que hay una correlación entre la dureza de la resaca y la cantidad de ADH en sangre, pero correlación no implica consecuencia, así que no está claro si la deshidratación causa la resaca o si simplemente ocurren a la vez.

Por su parte, el de Farmacología menciona el acetaldehído, que es el primer producto del metabolismo del alcohol, y que puede causar taquicardia, sudores, náuseas y vómitos. No obstante, eso ocurriría a concentraciones mayores de las que tenemos en sangre tras haber bebido… excepto los orientales, porque a ellos les falla la enzima que lo elimina.

Y la experiencia, que es la madre de la Ciencia, nos ha enseñado que una borrachera de vodka asegura una mañana más tranquila que liarse a whiskazos: la culpa es de los llamados “congéneres”, unos subproductos (como polifenoles, metanol o histamina) obtenidos en la producción de las bebidas alcohólicas, principalmente los licores oscuros (brandy, whisky, tequila…). Quizás por esto se asuma popularmente que las bebidas dulces causan un pedo “cabezón”: el problema no es el contenido de azúcar, sino esas otras moléculas que aparecen durante su producción.

Una última hipótesis “bioquímica” habla de una desregulación de moléculas inflamatorias: el alcohol induciría un aumento de citoquinas y tromboxano B2, que causarían los síntomas (dolor de cabeza, náuseas, abatimiento).

Pero además de todo esto, dicen que la gravedad de la resaca también depende de si tienes un pedo alegre o llorón: parece ser que enfadarse o deprimirse durante la borrachera se asocia a una peor resaca, al igual que ciertos rasgos de personalidad o cómo hayas dormido esa noche.

¿Cómo podemos tratarla?
Realmente la resaca no tiene un tratamiento eficaz: algunos lo han intentado con el zumo de alcachofa o los higos chumbos, pero el caso es que ninguna de estas opciones han demostrado servir para algo. Así que, si para tratarlo vamos jodidos, quizás deberíamos pensar en prevenirlo.

Para evitar la resaca, lo único eficaz es no beber. Claro que si yo escribo esto y tú lo lees, es porque no lo consideramos una opción, ¿verdad? Entonces quizás puedas elegir qué beber: cerveza, vodka o ginebra causan menos resaca que el coñac, el vino tinto o el ron. También mencionamos la deshidratación: beber agua disminuye (pero no elimina) los síntomas de la resaca. Y dado que puede haber unas alteraciones inflamatorias por ahí, con sus tromboxanos y tal, resulta lógico pensar que lo disminuiremos tomando un antiinflamatorio (vg. ibuprofeno) antes de ir a dormirla, pero no hay estudios al respecto.

Y quizás algunos hayáis oído hablar de la vitamina B6. En efecto, hay un estudio con diecisiete individuos que concluye que es útil para prevenir la resaca. Sin embargo, no sólo es un ensayo muy pequeño, sino que ni siquiera explica los posibles mecanismos, así que lo podemos pasar por alto.

En fin, damas y caballeros: esto es lo que hay. Lamentablemente tendremos que seguir aplicándonos el dicho de «Noches alegres, mañanas tristes.».

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